Karakorum es una casa de tatuajes diferente que nace de la experiencia de sus fundadores en la publicidad.
En una pared del estudio de tatuajes Karakorum está escrito “die fearless”, lema que encaja en un ambiente creativo y sin presiones. Es un lugar relajado en el que puedes jugar Xbox, tomar una bebida y platicar con los fundadores Aldo Chávez y Daniel de la Torre, mientras esperas tu turno.
No hace mucho, Aldo y Daniel se dedicaban a la publicidad, pero en un giro imprevisto decidieron emprender con los tatuajes debido a su pasión en común por el arte y el diseño. Pese a que ninguno sabe tatuar, ambos tomaron la iniciativa dada su experiencia en la construcción de la imagen de una marca y llevarla a lo más grande.
“Queríamos un proyecto acorde con nuestros gustos y con lo que somos; por ello en lugar de trabajar para compañías nuestro objetivo fue idear la nuestra desde cero y con base en lo que entendemos como publicidad. Un estudio de tatuajes fue lo que nos hizo más sentido”, señaló Aldo.
Como la publicidad les enseñó, una investigación de mercado es el recurso con la que se inicia cualquier campaña exitosa. En la búsqueda de tatuadores revisaron estilos e hicieron entrevistas, pero más allá de las habilidades demostradas por cada tatuador se procuró que se acoplara a la armonía del ambiente.
“Al final no se tratar de tener a los mejores tatuadores, sino que exista un ambiente agradable. Deseamos que la convivencia sea cómoda tanto para los que trabajamos ahí como para los que nos visitan. Lo que más aprendimos del emprendimiento es que debes tener socios que tengan los mismos intereses que tú”, puntualizó Daniel.
Aldo relata que además de la buena vibra, el personal que se integró al equipo comparte otro aspecto en común: la vestimenta. “Muchos de los entrevistados vestían con Dickies como si fuera el uniforme oficial de los tatuadores. Descubrimos que la marca era muy popular entre el gremio, porque es cómoda y les permite tatuar con mucha libertad” reiteró el emprendedor.
En su veteranía como publicistas, una de las metas fue asignar una identidad original al estudio. Para Aldo y Daniel, Dickies ya es parte de esa personalidad que llegó de manera natural por parte de los tatuadores, y que se une a su plan de negocios a largo plazo.
Karakorum es como se le llamaba a la antigua capital del Imperio Mongol y significa murallas negras. Los empresarios se identificaron con este concepto, así que acondicionaron su estudio bajo esta estética histórica. El local en la colonia Roma Norte de la CDMX es como un pequeño fuerte en el que las pieles se enriquecen con talento y tinta.
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